¡JUBILARSE NUNCA, RENDIRSE JAMÁS!
¡Por favor mi amor, por favor! Tengo que confesar que con la Thelma estábamos bastante desilusionadas con Lilita Carrió por esas cosas que había estado declarando sobre Mauricio estos últimos meses. No estamos para nada de acuerdo con lo que hizo, bajo ningún punto de vista hay que salir a ventilar los trapos sucios y, mucho menos, dejar que ellos los vean.
Pero cuando anunció que se jubilaba de la política, sentimos que un pedazo de nuestro republicanismo se iba con ella. Gracias a Dios nos dejó una herencia imposible de leer: “Mi legado político”. Un compendio de 18.000 páginas y 27 tomos que recopila toda su actividad legislativa desde 1994 hasta el 2020. El Nacho, mi marido peronista, lo usa para trancar la puerta del baño.
Mientras tratábamos de encontrar un político capaz de reunir todos sus atributos, y que además fuera capaz de ser un faro de lealtad, patriotismo y rectitud, para convertirse en nuestro gurú, en nuestro Ravi Shankar de JxC, el milagro ocurrió.
En medio de la anomia en la que vivimos, una oscuridad en ciernes se estaba apoderando de la república, pero de la desesperación más grande surgió una luz blanca de esperanza, llevando en una mano la Biblia y una carpeta llena de denuncias en la otra. ¡Lilita is back!
¿Quién se cree que es Cristina Kirchner para atacar a la Corte Suprema y decir lo que se le antoje? Eso no es libertad de expresión, eso es alteración del orden democrático, y nadie mejor que Elisa Carrió para explicarle al mundo lo que significa.
A nadie le importan esas viejas amenazas de Lila contra la Corte Suprema allá por el 2016, o cuando denunció y amenazó a Lorenzetti. Tampoco importan las veces que persiguió a la oposición armando causas judiciales a tontas y locas, o cuando recibió a un conocido narco en su casa.
Porque esta Lilita es una mujer nueva, más poderosa y más denunciadora que antes. Veloz como un avión, capaz de arrojar la primera piedra y esconderse debajo de un auto para que Aníbal Fernández no la pase por arriba con un Mercedes Benz 1114.
Esta Lilita no se va a rendir tan fácil, porque para esta Lilita la frase “Jubilarse Nunca, Rendirse Jamás” es un mantra que lleva tatuado en el pecho junto al rosario y que va a recitar hasta sentarse en el Sillón de Rivadavia (que es de Avellaneda) por las buenas…..
….o por las malas.