UNA NOVELA DE ESPÍAS
¡Por favor mi amor, por favor! Basta, basta y basta, con la Thelma ya estamos cansadas de que cada vez que se habla de Mauricio o de Cambiemos, los periodistas kks empiecen a revolear la media con el tema del espionaje ilegal. Pero si lo hacen ellos, como en el caso del pobre D’Alessandro, está bien y es legal. Parece que se leyeron todas las novelas de John le Carré. A ver negros, acá no hay ningún topo, ningún espía que surgió del frío, es solamente Mauricio, un hombre decente.
Por un lado somos conscientes que es una verdad delicada, porque puede ser mal interpretada y los kirchneristas como mi marido el Nacho, lo pueden usar para tratar de «ganar» votos para las próximas elecciones. Lo cierto es que a veces, sólo a veces, Mauricio llevó adelante acciones de espionaje contra alguna que otra persona, pero solamente para obtener algún tipo de ventaja o para saber algo que le permitiera sentirse superior en algún aspecto. También usó sus habilidades de espionaje para conocer la clave de Netflix de algún asesor, pero 3 o 4 veces nada más…..bueno, fueron 5. En realidad fueron 10 pero no lo volvió hacer, salvo por 4 veces más en las que no se acordaba su propia contraseña y necesitaba terminar de ver Friends antes de que la quitaran del catálogo.
Lo cierto es que cualquiera puede ponerse a espiar a alguien, y con un poco de práctica puede convertirse en un espía perfecto. No hace falta ser un colegial honorable, un jardinero fiel o el hombre más buscado para conocer los secretos de alguien sin llamar la atención. Nosotras hicimos la prueba, pero como yo ya conozco todos los secretos del Nacho, lo hicimos con Hernán, el marido de la Thelma. Y nuestro juego nos llevó muy lejos, lo que encontramos fue aterrador.
Empezamos haciendo las cosas básicas que nos enseñaron Mauricio y Stiuso, lo seguimos de la casa al trabajo, del trabajo al gimnasio, a una confitería y de nuevo a la casa. Pusimos micrófonos debajo de veladores, mesas, sillas, inodoro (cosa que fue muy desagradable), y tomamos alrededor de 600 fotos más algunas selfies que nos hicimos mientras esperábamos. El segundo paso fue hackearle el teléfono y la computadora, ninguna de las dos sabía que ese momento iba a marcar un antes y un después en nuestras vidas.
Gracias a los conocimientos de la Thelma en Windows 98, accedimos muy fácil a los dispositivos. Al principio no encontramos nada grave, sólo algunas transferencias bancarias a cuentas en Panamá, a las Islas Caimán y a bancos en Suiza, un chat con Marquitos Peña, donde Hernán le daba consejos para su nuevo emprendimiento y cosas sin mucha importancia. Lo grave vino cuando revisamos la galería de fotos. Cada vez que recuerdo la mirada de la Thelma, una mezcla entre asombro, asco y decepción, se me parte el alma. Encontramos más de 500 fotos y unos 200 videos, uno más incriminatorio que otro, o sea, ¡el traidor del siglo estuvo siempre ante nosotros y no lo habíamos visto!
La Thelma no sabía si encararlo para pedirle explicaciones o hacerse la boluda. Al final coincidimos en que algo así no se puede dejar pasar, esas fotos eran terriblemente reveladoras y una mujer no puede permitir esas cosas. Ya no importaba la forma en la que habíamos obtenido el material, jugar a los espías nos había costado muy caro. Mauricio nunca nos advirtió de esto, él pudo salir indemne de las acusaciones porque eran infundadas, pero nosotras no tuvimos esa suerte.
Al final la Thelma habló, y con la voz quebrada le pidió explicaciones. Hernán primero quiso desmentirlo todo, pero cuando empezamos a tirarle una a una las fotos en la cara se derrumbó. Nunca había visto a un hombre llorar con tanto sentimiento, lloró más que Mauricio en el teatro Colón. Ojalá puedan reconstruir su pareja, sé que para la Thelma va a ser difícil, no todos los días descubrís que tu marido es fanático seguidor de Martín Tetaz.
