Sociedad

ALINEANDO CHAKRAS

Por el 30/06/2020

¡Ay mi amor por favor, por favor! Hace una semana que vengo para atrás negro, para atrás. El miércoles pasado se me rompió la notebook y perdí un montón de material irremplazable. Había fotos de Mauricio, todos los libros de Majul, las causas que llevaba Bonadío y algunas fotos familiares.

Encima le digo a mi marido: -Nacho prestame tu notebook que la mía se rompió. ¿Y que me trajo el negro kirchnerista? La netbook del gobierno, esas del Plan Conectar Igualdad. -¡Sacá esa cosa de acá Nacho, por favor! No ves que nos espían con esas computadoras, le dije.

Como si eso no fuera poco, volvemos a la Fase 1 y la gente se pone cada vez más loca. Entonces siguiendo un consejo de la Thelma fui a tomar una clase de Reiki colectivo en un lugar muy pero muy lindo en Palermo. Yo pensé que al ser un barrio de gente de bien iba a encontrarme con gente como una, pero no fue así, estaba lleno de hippies patasucia. Quise irme pero el instructor, un hombre grandote y muy lindo, me dijo que me tranquilice y disfrute la clase.

Empezó todo bien, el reikista me miró fijo y me dijo: -Señora Nancy tiene los chakras desalineados y el aura muy sucio. Entonces puso una mano sobre me cabeza y la otra en mi entrepierna. No te das una idea como empecé a temblar negro, parecía que me daban convulsiones. El Nacho nunca había tratado de alinear o limpiarme algo. Tan bien lo pasé negro, que cuando terminó le pedí permiso para salir a fumar un cigarrillo.

-No señora Nancy, no puede salir. Ahora es cuando nos vamos a conectar con nuestro Cuerpo K, me dijo. Se ve que la alineación de chakras me hizo muy bien porque empecé a respirar profundo, teniendo plena conciencia de como el aire entraba y salía de mis pulmones, sintiendome una con el Universo y cuando alcancé el Nirvana le dije: -¡Atorrante! ¡Sos un kukuagarralapala disfrazado de Dalai Lama! ¡Te querés aprovechar de mi debilidad energética para afiliarme a La Cámpora! Voy a llamar a Horacio para exigirle que cierre esta unidad básica.

Mientras caminaba a casa pensaba que no hay lugar como El Arte de Vivir para gente como nosotras, un lugar donde nos enseñan a respirar de verdad y donde, por cada amigo que llevás, te regalan un libro de Ari Paluch.

 

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