COMO EN 1999
¡Ay mi amor! Con el Nacho, mi marido peronista, volvimos esta mañana de unas mini vacaciones en las Sierras de Córdoba. Yo quería ir a Punta otra vez, a disfrutar de las playas, la arena, el sol y de paso codearme con lo mejor de la sociedad, pero el Nacho no quiso, “hay que vacacionar en el país Nancy” me dijo, y me llevó de prepo a una colonia peronista en Cosquín. Un embole. No se imaginan lo que fue el domingo.
Pero bueno, lo peor ya pasó y estoy de nuevo en mi casa rodeada de mis fotos de Mauricio, Patricia y Luis Brandoni. Como llegamos cerca del mediodía me puse a cocinar y lo mandé al Nacho a hacer los mandados, cuando llega me vé llorando:
-¿Qué te pasa vieja? ¿Estás llorando por la muerte del Turco todavía?
-¡Ay Nacho, por favor! No digas pavadas. Se me rompió la multiprocesadora y estoy picando la cebolla a mano, a la antigua, como lo hacía allá por 1999.
-Bueno Nancy, tampoco es para tanto. Mi vieja picó cebolla toda su vida y no hacía tanto aspamento. Además está bien que llores un poco, a ver si así se te ablanda el corazón.
-No digas boludeces Nacho, el que va a llorar vas a ser vos cuando vayas a cargar nafta. TU compañero Aumento Fernández la volvió a subir, dicen que junto con los tres días de duelo fue la mejor manera de homenajearlo que encontró.
-Si Macri no hubiera destrozado la economía como lo hizo, el Compañero Alberto no se vería obligado a hacer estas cosas Nancy.
-Nacho mejor callate la boca, no vaya a ser que le estés haciendo el juego a la derecha con lo que decís. Andá a poner la mesa.
Desde que descubrí que la mejor forma de callar a un kirchnerista-peronista-chavista-mapuchista es decirle “ojo con lo que decís o hacés porque le podés hacer el juego a la derecha” no dejo de usar esa frase. Es más estoy pensando en tatuarmela en el brazo o hacer banderas para salir a la calle.
Aunque debo decir que el Nacho tenía razón, en parte algunas lágrimas fueron por el Turco. Bueno a ver, no tanto por él sino por la época que nos hizo vivir. Éramos parte del Primer Mundo, podíamos ir de vacaciones a New York, comprar un hot dog y pagarlo con un billete con la cara de Carlos Pellegrini.
Cuando Mauricio vuelva estoy segura de que vamos a re-conectarnos con las grandes potencias y otra vez un peso va a ser igual a un dólar. Y voy a volver a comprarme una multiprocesadora para dejar de picar la cebolla como lo hacía mi suegra.